En la ruta del peligro “Las patronas” no sólo dan de comer y beber a migrantes.

También los localizan -Preparaban 200 paquetes de comida, pero la cantidad ha disminuido -En los últimos meses el flujo ha sido menor porque el trabajo en EU se redujo  - Lo peor es que ahora es más difícil entrar al vecino país y tienen que retornar por la misma ruta.









La Patrona, Amatlán de los Reyes, Ver., 8 de febrero de 2011.- Se agruparon con el solo objetivo de dar de comer y beber a todos aquellos hombres, mujeres y niños que viajan peor que animales en los vagones del tren, pero la misión de “Las patronas” se amplió cuando hasta ellas llegaban, desesperados, madres y padres con fotos en la mano buscando a sus hijos.



Así fue como Marcela encontró a su hija perdida, a quien había dejado de ver hace más de 10 años.







La casa de las Patronas se encuentra en la ruta del peligro que siguen los migrantes en su paso por territorio mexicano. Es el quinto sitio donde encuentran ayuda los indocumentados viajeros del tren donde, a diario, mujeres voluntarias, convocadas por Norma Romero, preparan hasta 200 paquetes de comida.



Pero en los últimos meses el flujo de los migrantes ha sido menor pues, aseguran, el trabajo en Estados Unidos ha disminuido, sin tomar en cuenta que ahora es más difícil entrar a este país. Esto conlleva a que ahora preparen menos bastimentos para entregar.



“Desde Chiapas hasta Lechería hay varios albergues. En Chiapas está el albergue de Arriaga; de ahí, Ixtepec, Coatzacoalcos, Tierra Blanca, Amatlán, Medias Aguas, San Andrés Tuxtla, Apizaco Puebla y Lechería”.



Guadalupe La Patrona es una comunidad del municipio de Amatlán de los Reyes, con más de 3 mil habitantes. Su actividad económica es el campo y el nivel socioeconómico de la gente es medio y bajo.



Norma Romero Vázquez, líder de estas mujeres, (con parentesco entre sí; una es madre, otras son hermanas, cuñadas, nietas) durante la charla comenta que los migrantes le han manifestado que la peor pesadilla en su trayecto de Centroamérica para cumplir su sueño, es México.







Considera que el trabajo que realizan es poco, pero seguirán a fin de apoyar a estos seres humanos que buscan una mejor calidad de vida “exhorto a las madres a que piensen que esos jóvenes podrían ser sus hijos; por eso que ayuden y que hablen con los jóvenes”.



Leonila Vázquez, una mujer de 73 años de edad, madre de las Romero Vázquez, relata cómo inició este proyecto de apoyo: “nosotros veíamos a gente que iba en el tren, decíamos, 'ahí van muchas moscas pegadas del tren', pero fue un día cuando dos de mis hijas que traían pan y leche, los hermanos centroamericanos les pidieron que les dieran la comida y ellas… pues que se los dan”.



Al principio sólo tacos

Después de esto, esa misma tarde, hace quince años, se reunieron entre familia y pactaron hacer tacos para repartirlos al otro día. Lograron hacer 35 paquetes de seis tacos de diversas comidas, pero se dieron cuenta que era insuficiente “pero cuando oímos que silbó el tren, una de mis muchachas fue la primera que salió corriendo con diez lonchitos y comenzamos todas hacer señas, a repartir; la gente se fue en el viaje, pero no fue suficiente”.







Indicó que llegó un momento en que no pudieron comprar más tortillas, entonces Leo, como le dicen de cariño, pidió al dueño de la tortillería que le fiara el alimento y durante toda la semana juntaban recursos económicos para que al final de esta pudieran pagar “yo tengo un pedacito de caña y mi pensión, de eso vivo, así me la llevo; mis hijas sus maridos las mantienen, pero tampoco crea que vivimos muy bien, vamos al día”.



Al paso del tiempo lograron que por medio del padre de la comunidad Peñuela, la tienda Chedraui les diera pan los días lunes y viernes; el número de piezas es diferente cada semana, pero por lo regular les entregan 7 costales de pan de sal y tres cajas de dulce “con eso nos vamos, cuidamos el pancito para que no se pongan feo o que ya esté pasado”.



-¿Qué siente en su corazón al hacer esta noble labor?

Vivo bien a gusto, voy a seguir hasta que Dios me preste vida. Mi esposo como que a veces no le gusta a veces sí, pero pues si se enoja ¿qué podemos hacer?, si a nosotras nos gusta esto.



Al concluir la charla, Doña Leo salió de “La Patrona” para ir en busca de leña, pues se les había acabado y urgían las mujeres de tener listo el fogón para calentar los alimentos, que ayer habían cocinado pero que, debido a que el paso de migrantes no fue tan nutrido, no se entregaron.



Madres buscan a sus hijos perdidos

Bernardina es otra de las patronas, quien también tiene mucho que narrar. Comenta que la caravana de madres que buscan a sus hijos perdidos, y que en recientes fechas cobijaron en su casa dos días, al menos una de ella, Marcela, logró encontrar a su hija con más de diez años de no haberla visto. Las mujeres de esta comunidad sirvieron de enlace para que esta mujer fuera adquiriendo pistas y, al final, hallara a su ser querido.



“Encontró a su hija en México, durante 15 años que no la habían visto, pero la halló en México: La mamá era hondureña, las demás mujeres siguen con la Esperanza de que sus hijos aparezcan” este es un logro más de las Romero Vázquez; otro es cuando los jóvenes llegan con heridas o afectados por el trayecto del tren y son curados por estas “también nos dicen que hay aún personas buenas en el país que les ayudan en diferentes sitios y algunos de estos que llegan aquí luego nos escriben para contarnos cómo les va”.



La gente cree que cobran por los reportajes

Pero no todo ha sido bello en esta gran labor que hacen, pues desprecio y rechazo de parte de sus vecinos siempre han recibido. Otros más les han echado en cara que, por la tarea humanitaria que efectúan, los medios nacionales e internacionales que las visitan les han pagado mucho dinero.



“¿Cómo va usted a creer que eso sea, la verdad es que si nosotros hacemos esto es porque amamos a Dios y porque él nos lo permite, pero Dios nos libre de que cobráramos algo, eso sólo es parte de las malas opiniones de la gente, y eso no nos va parar”.



Viajan a Córdoba por el pan que les regalan

Con sus propios recursos y en repetidas ocasiones en camión, van hasta el municipio de Córdoba por el pan que un supermercado decidió donarles. La crisis económica del país también las ha puesto en jaque, porque en muchas ocasiones no tienen dinero para poderse trasladar a la ciudad de Los 30 Caballeros por el pan y las verduras, incluso estas últimas ya dejaron de ir por ellas desde hace dos meses “pues mire, nos llevaba una muchachita de aquí en su camioneta, pero como se la cristalearon en Córdoba, su papá ya no la dejó ir”.



La señora Rosa Romero, hermana de Norma y parte de este proyecto, asegura que a veces es difícil continuar porque tanto su hijo como esposo, no siempre están de acuerdo en que ella vaya, demandan el tiempo de familia “por eso, cuando ellos se va a trabajar me apuro a mi quehacer y me vengo ayudar hacer la comida, que empaquetamos; les ponemos frijolitos, arroz, pan y pan de dulce”.



La vida de este grupo de mujeres cambió desde hace 15 años cuando decidieron ayudar a quienes llaman sus hermanos migrantes. Todas colaboran y, aunque Norma no esté, cada una sabe cuál es su tarea en el sitio donde tiempo atrás se conoce como la casa de “Las Patronas”.

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